17 de noviembre de 2008

publicado originalmente en ‘El Periódico de Cataluña’, a 23MAY06

ARQUITECTOS ESTRELLADOS

[Subtítulos posibles:

Arquitectos y políticos unidos en busca de la repercusión mediática.

La arquitectura se está convirtiendo en un desfile de caprichosas vedettes

Poner el talento creativo al servicio del ego o de la sociedad

Cuando el talento se convierte en arrogancia y la sociedad no se beneficia.]

El fenómeno del arquitecto estrella sigue imparable rozando el ridículo sideral. Políticos y arquitectos conjuran sus respectivos egos, enormes, para dejar huella en la sociedad que los elige y sustenta. Embaucadores o arrogantes, pensando en quedar petrificados para la gloria futura, o creyendo que con la varita mágica de una firma, resolverán un acuciante problema urbanístico.

Hace poco, Parallel 40 dentro del ciclo “el documental del mes” proyectó en la Filmoteca y el cine Verdi [Barcelona] una reveladora película :“El socialista, el arquitecto y la torre torcida”, de Fredrik Gertten, que muestra lo que no dijo la prensa cuando hace unos meses se inauguró a bombo y platillo la torre Torso de Santiago Calatrava en Malmö. Para los diarios y la TV todo fueron elogios, pero el documental muestra otra realidad, como una cooperativa socialista de viviendas, decidió encomendarle a Calatrava la construcción del edificio, y como éste acabó erigiendo su monumento. La cooperativa perdió 40 millones de euros, sufrió un retraso de tres años y falta de servicio del arquitecto, quien se exculpada diciendo: “esto no se ha hecho nunca, es un edifico excepcional”. Cuando le afeaban su conducta ególatra acababa acusando a Suecia “de no ser un país para visionarios, no acepta cosas nuevas”. Es conocido que este arquitecto presume de tener línea directa con el poder y dobla alegremente los presupuestos de sus obras. A mi me parece fantástico si el cliente privado traga, pero no cuando toca pagar con dinero público.

También es sabido que para la Expo de Zaragoza se buscó una estrella que empezase por “Z” y se dio el proyecto del puente a Zaha Hadid. Y cuentan que cuando la felicitaron por el triunfo dijo que le encantaría conocer la ciudad maña. No había puesto los pies allí. Pero esa práctica es habitual, se elige a la estrella y se le deja escoger, no sólo el emplazamiento, sino lo que le venga en gana hacer. También cuentan como Maragall paseaba a Meier por Barcelona hasta que éste se encaprichó con encasquetar en el Raval su inmaculada caja blanca, con la cristalera orientada al sol, no supo distinguir térmicamente entre Frankfurt y Barcelona ¿querían un Meier no? pues ya está. Ahora con Clos toca un Gehry.

Participación no entra en el vocabulario de muchos arquitectos vedette. Quien los solicita debe rendirse a su obra incondicionalmente. Les estorba la opinión pública, los vecinos, los servicios técnicos y los demás arquitectos, -Nouvel no quiere otra torre al lado de la suya de Agbar-. Si no se acepta su criatura, se enfadan y se van. En la polémica de la remodelación del Paseo del Prado, Álvaro Siza ha sido tajante: “no pienso cambiar el concepto”, a lo sumo, a regañadientes, admitirá algunos retoques menores, él no puede haberse equivocado.

El fenómeno de la estrellitis es mundial, pero en España batimos el record, 9 de las 20 obras que Hadid tiene en marcha por el mundo nos han tocado aquí, ¡que listos y varguardistas debemos ser¡ Parece que los foráneos son garantía para conseguir licencia. Y aunque vivamos en un país con excelentes arquitectos, éstos no generan noticia. Zaha reconoce que “ya desde pequeñita me consideraban una estrella”, y ve lógico lo siguiente: “que un arquitecto inglés construya una vivienda en Bath no es noticia. Que una mujer iraquí gane un concurso con una propuesta insólita sí lo es. No soy yo la que decide.”

La conclusión es que la arquitectura está haciendo un tránsito hacia otras disciplinas como la moda y el arte. Hay que cambiar de estilo cada seis meses, tener alguna pieza al último grito, sea high-tech, posmodern, deconstructivismo, minimalismo,… lo que toque. El profesional ya no resuelve los encargos recibidos cumpliendo los requisitos funcionales y económicos con creatividad. El encargo se ha pervertido e invertido, ahora es el propio arquitecto quien dice lo que quiere hacer, cual artista en su taller, que libre de encargo, hace lo que le viene en gana, y después intenta vender a quien quiera pagarlo. Pero nuestra estrella actual ya tiene vendido el género de antemano. Tiene barra libre para sus piruetas y caprichos, vengan o no a cuento con lo que se les pidió, mientras garantice al cliente notoriedad mediática.

Todos los arquitectos del star system tienen un talento extraordinario, no hay duda de ello, y sí algo de envidia en mi crítica, pero la cuestión es cómo lo utilizan. Si mejoran nuestras ciudades, o sólo hinchan su ego y su cartera a cuenta de los espectadores, que no usuarios. Creo que si no cumplen los encargos que reciben ya no son arquitectos, entonces debemos considerarlos artistas. Y en el mundo del arte, ya se sabe, todo vale, quien quiera una escultura que apoquine.

Mientras, seguro que seguiremos necesitando arquitectos que quieran ejercer su profesión con entusiasmo.

Juli Capella, arquitecto

16 de mayo de 2006

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