Síntomas y diagnósticos de un cambio XXIII (incluido en boletín 25)
3 de enero de 2010

Laura Álvarez ha decidido no tirar la toalla, ha pensado que es hora de prender la mecha. Lo cuentan en detalle n+1 y, también, stepienybarno en sus respectivos blogs como respuesta a la circular que a tantos ha llegado desde Amsterdam, donde ha ubicado su estudio la arquitecto y violinista madrileña, formada en Barcelona y masterizada con los Mecanoo en Delft. Una situación, la de Laura, de la que hemos oído múltiples variantes y que identifica una reclamación de responsabilidad para quienes administran los concursos, en este caso directamente dirigida a los Colegios de Arquitectos.

En sus palabras: «Les llamo para saber qué ha pasado y me dicen que me han descalificado porque han supuesto que la mensajería con la que lo he enviado es privada en vez de una pública como decían en las bases del concurso. (…) En Holanda, la única empresa estatal de Correos es TNT Post. (…) Según ellos, alguien de Correos de España ha dicho que esto no es válido y mi proyecto lo han tirado directamente a la basura, sin ni siquiera abrirlo.
(…) Quiero denunciar esta situación no sólo por el hecho de haber desechado mi trabajo, ilusión y dinero a la basura sino para que esto no le vuelva a suceder a nadie. ¿Cómo es posible que para llegar a ser arquitecto haya que trabajar tan duro y luego nuestro trabajo pueda ser descalificado muchas veces sin llegar a ser juzgado arquitectónicamente, víctima de irregulares o poco profesionales procesos concursales que no están sujetos a ningún tipo de obligación o inspección? Quiero hacer un llamamiento a los Colegios de Arquitectos para que intercedan por nosotros, para que velen por nuestros derechos, para que los procesos de selección, descalificación y fallo de concursos sean transparentes y profesionales y sobre todo para que nos devuelvan la ilusión de seguir participando en los Concursos de Arquitectura. También a los arquitectos que no denuncian estas situaciones por miedo a crearse enemigos. Así no vamos a ninguna parte.»

Algo escuchamos recientemente de otro concurso en el que, de siete presentados, se descalificaron a tres por incluir la valoración económica en el CD. ¿Error inducido por las propias bases o exceso de celo de la secretaría del concurso? ¿Quién paga?

Ciertamente la actuación de las secretarías de concursos de arquitectura es asunto de muchísima responsabilidad del que no debieran abandonar su foco los Colegios, en su estatus de «entidad necesaria». Puede que, con el remate de las decisiones ministeriales para con la definitiva calificación de la carrera de arquitectura y con las también inminentes decisiones ministeriales sobre el destino de los colegios, este sea un asunto caliente este invierno, en el que el frío de la recesión nos ha de arrimar a todos al ascua de concursos que, aquí y allá, se tramitan con buena intención pero poca o no tanta ciencia como merecen. Lo seguiremos.

  Artículo incluido como editorial en la circular semanal «boletín SCALAE» en su edición 025

Agentes: Laura Álvarez Architecture