6 de diciembre de 2012

Podría dibujar el “pez globo” que trajimos de Isla Mauricio y hoy ilumina un rincón de nuestra casa de Tamariu, como recuerdo de otros mares lejanos (los mares unen y las montañas separan, diría Braudel)… 
Podría dibujar las sencillas doradas y lubinas que, con frecuencia, aso en las brasas para mi mujer y mis hijos, o ese gustosísimo rodaballo lleno de deliciosas pepitas entre las espinas (mucho mejor el pescado que el libro de Grass)… 
Siempre me ha sorprendido que el pez lo sea cuando nada libre (o no tanto, en un acuario o, en este caso, en una revista) y, una vez en el mercado o en el plato, se convierte en pescado (quizás porque, como su nombre indica, ha sido pescado). Pero todos estos peces, quizás, ya están en el acuario de SCALAE.

Dibujaré, por tanto, uno que seguro que falta (hoy no está de moda). Porque los arquitectos somos un colectivo especialmente sensible a las modas. Porque nadie suele estar tan preocupado por estar a la moda que los que dicen pasar de ella, a pesar de que, para no dejar de estar de moda, no hay como no haberlo estado nunca. Y así dibujaré el Ichthus de los primeros cristianos, ese pez de antes de que se torcieran tantas cosas… un signo que es un anagrama y un acrónimo, que es un símbolo: las cosas son lo que son y lo que representan y de eso también sabemos mucho los arquitectos… 

Un pez que es ‐y está‐ en la base de nuestra civilización. Es un pez abisal que vive en las profundidades. De los mares y de la conciencia. No es vistoso… es como los cimientos de los edificios que nunca salen en las fotos. Pero ¡ay si fallan los cimientos!… Podría haber pensado en cualquier ocurrencia (los que me conocen saben cómo me gustan y algo se me habría ocurrido –de hecho, se me ocurrió‐). Pero, tratándose de peces, prefiero decir una verdad que algo ingenioso. También, en mi trabajo de arquitecto prefiero la belleza a la anécdota. Porque la gracia se apaga, tras la novedad y la belleza salva.

Somos los europeos una amalgama del logos griego ‐por más que sea difícil de conjugar logos y politeísmo, pero el hombre siempre tiene sus contradicciones, como contradictorio nos suena el invento griego de una “democracia sólo para patricios”… es casi como nuestro Consell de Cent, del que nos sentimos tan orgullosos los catalanes. Me pregunto si ha variado mucho la cosa hoy, si no son apenas 100 los que cuentan y nos dirigen. O incluso, sólo una, eine frau… Somos, decía, ese pensamiento griego, pasado por el derecho romano y la obra pública: se necesitaban carretas y carreteras para expandir el dominio sobre las provincias (que, etimológicamente y ojo al dato, no significa otra cosa que territorios para los vencidos, pro‐ vinci), y que fue santificado (humanizado) por el mensaje de Cristo. 17 siglos más tarde, la revolución francesa no hará sino ensalzar tres lemas cristianos, revestidos del laicismo imperante. 

Aviso para navegantes (y más tratándose de peces)… Quien no quiera verlo está pez. Si la Bienal de de Arquitectura Española de este año tenía por título “Lo necesario”, nada encuentro más necesario que reivindicar la vigencia de este pequeño pez abisal.
 
Octavio Mestre
Autor: Octavio Mestre
Nombre de la obra: Pez Ichthus
Técnica: rotulador sobre papel